Melocotón, leche, huevo, melón, gamba, pescado, kiwi, plátano, nuez, sandía, cacahuete, manzana, tomate y avellana. Estos catorce alimentos altamente consumidos y aparentemente inofensivos son los que más alergias provocan en nuestro país, según el estudio EuroPrevall.
En concreto, la leche, el huevo y el pescado son los que más reacciones desencadenan entre la población infantil, mientras que en los adultos son las frutas y los frutos secos.
Las alergias alimentarias se han duplicado en la última década. Hoy en día, casi todos conocemos a alguien de nuestro entorno que las sufre. Las cifras lo confirman: un 5% de los niños en edad escolar y un 8% de los adultos la experimenta ante el consumo de determinados productos.
Este tipo de hipersensibilidad tiene un componente genético y puede aparecer en cualquier época de la vida. Además, en el caso de las frutas y las verduras, está relacionada con la alergia respiratoria al polen.
«No se nace alérgico. Existe una predisposición que tiene una base genética, pero es la exposición al alimento lo que hace que el paciente sea alérgico», explica la doctora Belén de la Hoz, coordinadora del Comité de Alergia a Alimentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Pero igual que aparece, puede desaparecer. «En algunos alimentos y más frecuentemente en niños hay tolerancia espontánea», señala la experta. Pero si persiste, la única manera de prevenirla es excluir esa comida de la dieta, aunque desde hace algún tiempo la inmunoterapia oral se está perfilando como un tratamiento eficaz. Consiste en administrar poco a poco, bajo vigilancia médica, cantidades cada vez mayores del alérgeno que provoca rechazo para modular la respuesta inmunitaria y conseguir la tolerancia a ese alimento.
Reconocer qué comidas nos producen alergia es fácil porque los síntomas siempre se manifiestan a los pocos minutos de la ingesta. En la mayoría de los casos aparecen signos cutáneos (urticaria, eritema, hinchazón en párpados y labios). Otra señales de alerta son la diarrea, los vómitos o el dolor abdominal, así como la rinitis y la conjuntivitis. Y en los casos más severos, problemas respiratorios o cardiovasculares.
Si por alguna razón, la persona alérgica ingiere el alimento de forma accidental (a veces se encuentran en trazas muy pequeñas en otros productos) la reacción se trata con antihistamínicos en los casos leves y con el autoinyector de adrenalina en las situaciones más graves.
FUENTE: ABC Periódico Electrónico S.A.
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