Posee el poder de evocar emociones y recuerdos, favorece el apetito, nos alerta de peligros tan inminentes como una fuga de gas e interviene intensamente en la atracción sexual. El olfato es clave en nuestras vidas y, pese a todo, es uno de los sentidos más olvidados. Hasta que se pierde.
Un equipo de científicos de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) ha dado un paso clave para resolver la anosmia o incapacidad para percibir olores. Han conseguido restaurarlo en un modelo de ratón que imita fielmente la anosmia congénita humana. Los resultados se publican en la revista Nature Medicine.
El avance no solo devuelve la esperanza perdida a personas con esta enfermedad sino que abre una nueva vía para tratar otros trastornos genéticos que como la anosmia va acompañada de daños en los cilios. En ese grupo estarían incluidas enfermedades tan diversas como la retinitis, que causa ceguera, trastornos renales y otras enfermedades raras.
Para devolver las sensaciones olfativas, los científicos estadounidenses recurrieron a la terapia génica, una estrategia que introduce, con la ayuda de un virus, un gen corrector para tratar la enfermedad. Cuando este gen está alterado se reduce drásticamente la función de los cilios, unos pequeños filamentos que tapizan el epitelio de varios sistemas y órganos diferentes, entre ellos el olfativo. En este último, los cilios se encuentran en cada uno de los extremos de los casi 30 millones de células olfativas que pueblan el interior de la nariz. Sin ellos es imposible detectar los olores.
Y los ratones empezaron a oler y comer
Con la terapia génica lograron que los cilios crecieran y los ratones empezaron a reaccionar a los olores. Solo catorce días después del tratamiento, los ratones del experimento ya habían incrementado en un 60 por ciento su peso, un síntoma de que habían recuperado el gusto al mismo tiempo que el olfato. También reaccionaban al exponerlos a una sustancia química llamada «aceite de banana» que produce un potente olor.
La terapia génica se aplicó con un simple aerosol, a través del hocico de los ratones. Esto significa que el tratamiento no sería agresivo -bastarían unas gotas en la nariz- si se aplicara en pacientes de verdad.
FUENTE: ABC Periódico Electrónico S.A.
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